domingo, 27 de febrero de 2011

Y aún hoy...sigues aquí



Personalmente nunca me ha gustado viajar en transporte público, aunque ecologicamente no sea lo ideal, prefiero mil veces el coche, pero ultimamente mi coche y yo tenemos pocas oportunidades de vernos y me veo obligada a coger autobuses y metros a diario.

Cuando vas conduciendo tu atención se centra en la carretera, pero en estos medios tienes un tiempo precioso que no sabes con que llenar, muchas personas leen, otras juegan con el movil o consolas, a mi...supongo que como dicen mis profesores, por defecto de fábrica, me da por observar a la gente. Siempre voy preparada con mi ipod para que según que compañero/a de viaje me toque evadirme, o no, porque hay cosas que es mejor no oirlas...

Hoy ha sido uno de esos días en los que inevitablemente he tenido que coger el autobús. Me he sentado en los asientos que son cuatro, y justo enfrente de mi estaba un abuelito con su nieto. A mi me encantan los niños y cuando veo a uno soy incapaz de no hacerle alguna tontería. Hay niños más o menos simpáticos, y este era de los adorables. Nada más sentarme me ha saludado con su dulce voz y esa mirada entre curiosa y pilla que sólo se ve en los niños.

Así que mi pequeño compi de viaje y yo nos hemos puesto a hablar. No me había fijado en su abuelo hasta que éste le ha dicho que se prepara que se iban a bajar en seguida, con una voz muy rara, que sólo podía provenir del estómago.

Y una sensación muy rara me ha sobrecogido. Pelo muy blanco, alto, nariz grande, pañuelito en el cuello, muy bien vestido y hasta el olor me lo ha recordado, el parecido era increible a mi abuelito. El hombre, que algo ha debido notar, me ha preguntado si me encontraba bien. Yo le he explicado que sí, que sólo me había recordado mucho a mi abuelito que le pasó lo mismo que a él, que tenían la misma voz a consecuencia de la operación y que fisicamente se parecían mucho. No sólo el parecido era sorprendente fisicamente, también en gestos y forma de hablar con su nieto.

Supongo que todos lo pensaremos de nuestros abuelos, pero para mi, mi abuelo era el mejor del mundo. No creo que nadie pudiera quererme tanto como él lo hacía. Inevitablemente el resto del camino me lo he pasado recordando todos los recuerdos que me quedan de mi abuelo.

Cuando venía a recogerme al cole y me compraba chuches y me decía que no se lo dijera luego a la mami, cuando me llevaba a ver un Belen gigante que ponían en una Iglesia en Navidad. Cuando nos íbamos a dar paseos y de su chaqueta mágica (tenía una chaqueta con muchos bolsillos en los que siempre guardaba chuches, caramelos, chicles...y le llamabamos la chaqueta mágica) salían todos los dulces del mundo. De como me contaba cuentos hasta que me quedaba dormida para que no tuviera miedo. De que me encantaba darle la mano porque siempre la tenía calentita. De lo mucho que me hacía reir cuando imitaba a las típicas marujas. De los motes que les puso a mis amigos porque no se acordaba de los nombres. De que siempre que iba en su coche escuchábamos a Rocio Durcal o los Panchos. De las tardes oyendo cintas de cassete de Gila en el salón de su casa, yo no lo entendía, pero me gustaba sentarme con él a escucharlas. De como llenaba la nevera de flanes, yogures, helados...cada vez que sabía que dormía en su casa. De nuestras partidas a cartas, al dominó y al parchis. De cuando me sentaba a su lado y le decía: cuentame cosas de cuando eras pequeño...De su humor, de su olor, de su voz, de su sonrisa, de él...

Y es que ocho años después de que te hayas ido abuelo, yo aún soy capaz de cerrar los ojos y verte, de echarte de menos, y de que me llene de tristeza el hecho de que ya no estés. Hoy inevitablemente he sentido envidia de un pequeño niño que aún puede disfrutar de su abuelo.









2 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Puf, pues yo he sentido envidia de ti y de este texto tan bonito que has escrito... En realidad yo no crecí con mis abuelos, así que no he tenido nada de lo que tú has disfrutado. Pero a veces con leerlo basta...

Estela dijo...

Juan: Lamento mucho que no pudieras disfrutar de tus abuelos, para mi, el tiempo con ellos son unos de los grandes momentos de mi vida. Espero, al menos, que disfrutes viéndolos en otros.
Un besito