viernes, 25 de febrero de 2011

El paso del tiempo...



Todo el mundo, cuando atravesamos un momento difícil, nos dice aquellos de “el tiempo lo cura todo”.

Yo nunca he pensado que el tiempo cure las heridas, sino que con el tiempo vamos guardándolas en algún rinconcito del fondo de nuestro corazón y ese dolor queda enterrado hasta que volvemos a ver a la persona que lo provocó o revivimos la situación.

Esta semana tuve que ponerme a recordar para un trabajo de clase, hacer mi línea de la vida y analizarla, consiste en hacer una línea donde el comienzo es el nacimiento y el fin es la actualidad, y en ella vas poniendo los momentos más importantes de tu vida para luego clasificarlos y sacar conclusiones. Es curioso ver como situaciones que pensabas que nunca superarías o que nunca quedarían enterradas del todo un buen día no las recuerdas con exactitud, esas fechas que pensabas que no se borrarían jamás de tu memoria no consigues hacer que vuelvan a ti. No fui capaz de recordar con exactitud la fecha en la que chico 1 se marchó, tuve que entrar aquí para ver el día en que empecé con mi rinconcito. Y no pude sentirme mejor. Aunque supongo que la profundidad donde entierras en tu corazón esas situaciones es proporcional al daño que te hacen, pero me alegra saber que está tan enterrada que ya no duele.

Por otra parte, situaciones que en su momento viviste como muy dolorosas, no hace falta que las entierres tan profundo porque con un poquito de tiempo dejan de doler. El fin con chico 2 no hace tanto que pasó, en Septiembre, y recordarlo no me dolió como esperaba. Ni siquiera pienso en él, es curioso como personas que han formado parte de tu vida durante tantos años puedan desaparecer de ella sin dejar huella a penas. Triste, pero me reconforta saber que esta vez, no sé si fue por mí, por la situación, porque en parte tomé yo la decisión o simplemente porque había aprendido y llevé a cabo todas las promesas que me hice tras la marcha de chico 1, pero esta marcha no me ha marcado tanto. Quiero pensar que de todo se aprende, hasta de lo más doloroso, y que esta lección la tengo más que sabida.

Sin embargo, hay hechos que por mucho tiempo que pase, el dolor que causan al recordarlos sigue siendo igual de intenso, que sigues recordando a la persona con el mismo cariño, que por muchos años que hayan pasado miles de cosas traen su recuerdo a tu mente, un olor, una palabra, alguien que se le parece o te lo recuerda por algún gesto…

Y es que el tiempo es caprichoso y sólo permite que nos olvidemos y curemos de aquello que realmente queremos hacerlo…porque el tiempo ni se detiene si se acelera, somos nosotros los que nos paramos o aceleramos en algún punto de nuestra vida.



2 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Me alegra mucho leerte esto, Estela, de verdad. Con el tiempo que llevo pasando por ete tu rinconcito, ya he visto de sobra que eres una persona sensible, y a esa clase de personas, que ojalá no desaparezcan nunca, les suelen doler mucho más los asuntos del corazón. Por eso me alegra, porque creo que demuestras que sabes la diferencia entre lo que de verdad importa y lo que puede ser pasajero.

Espero que, a partir de ahora, escribas en esa línea de tu vida cosas mucho más alegres. Y que las compartas (aunque sea aquí, en el ciberespacio, una pena no conocerte en persona...), claro, que me encantará leerte feliz.

Estela dijo...

Juan Rodríguez: Mil gracias por pasarte a leerme con frecuencia y por todas las palabras que me regalas.
La verdad es que sí, a veces, extremadamente sensible, en ello estoy ahora, aprendiendo la lección de lo que debe importar y de lo que puede ser pasajero. Ya irás sabiendo la evolución...
Un besito