martes, 8 de marzo de 2011

Una lección de vida


Normalmente vivmos con prisa, planeando cada uno de nuestros pasos, poniéndonos metas que cuando alcanzamos no disfrutamos, pasamos a conseguir la siguiente.

Este es un texto de el libro de Paulo Coelho "El buscador" que me ha hecho pensar realmente.

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador...
Un buscador es alguien que busca, no necesariamente encuentra, tampoco es alguien que necesariamente sabe que es lo que esta buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.
Un día el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Camir, él había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de si mismo, así que , dejo todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, allá a lo lejos, divisó Camir, un poco antes de llegar al pueblo una colina a la derecha del sendero le llamo la atención, estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles pájaros y flores encantadores, la rodeaba por completo una valla pequeña de madera lustrada, la pequeña portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquel lugar. El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar entre los árboles. Dejo que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de ese paraíso multicolor, sus ojos eran los de un buscador y quizás por eso descubrió sobre una de sus piedras aquella inscripción, Abdul Tarek , vivió 8 años seis meses dos semanas y tres días.

 
Se sobrecogió un poco al darse cuanta que esa piedra no era solamente una piedra, era una lapida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Miro a su alrededor. El hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenia una inscripción, se acerco a leerla decía, Yamir Kalib, vivió cinco años, ocho meses y tres semanas. El buscador se sintió terriblemente conmocionado, este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba.
Una por una empezó a leer las lápidas, todas tenían inscripciones similares, un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años. embargado por un dolor terrible se sentó y lloro. El cuidador del cementerio que pasaba por ahí, se acerco, lo miró llorar un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.-ningún familiar - dijo el buscador- ¿qué pasa en este pueblo? ¿qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar, cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente que los ha obligado a construir un cementerio para niños?
El anciano sonrió... -puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre, le contare: cuando un joven cumple los quince años en este pueblo, sus padres le regalan una libreta ,como esta que tengo aquí colgando del cuello, ¿ve?; y es tradición entre nosotros que a partir de ahí cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre su libreta y anota en ella, a la izquierda que fue lo disfrutado, a la derecha cuanto tiempo duró el gozo, conoció a su novia y se enamoró de ella, ¿cuanto tiempo duró esta pasión enorme y el placer de conocerla?, ¿una semana? ¿dos? , ¿tres semanas y media? ¿y después...? La emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuanto duro?, ¿ el minuto y medio del beso, dos días, una semana?, y el embarazo o el nacimiento del primer hijo, y el casamiento de los amigos, y el viaje mas deseado, y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano, ¿cuanto tiempo duro el disfrutar de estas situaciones?, ¿horas?, ¿días?, así vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos intensamente......cada momento.Así cuando alguien se muere , es nuestra costumbre coger su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, escribirlo sobre su tumba, porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido...

Y es que según sabemos...sólo tenemos una vida y yo también quiero sumar más de once años cuando la mía llegue a su fin porque la vida no se mide por las veces que respiras sino por las que te deja sin aliento.

5 comentarios:

David dijo...

Vaya, a mi tambien me ha hecho pensar la historia que has contado. Siempre me llama la atencion que.. son tan pocos los momentos que te dejan sin aliento.. ¿Por qué no puede ser al revés?... ayyss.

Estela dijo...

David: Pues sí...los momento así son los menos, pero por eso los valoramos tanto, ya se sabe, lo fácil de conseguir no se valora. Pero sería genial que, al menos, una vez al día experimentáramos esa sensación.
Un besitooo!

Juan Rodríguez Millán dijo...

Precioso texto y preciosa reflexión... Estoy por comprarme esa libreta y todo, no te digo más, porque necesito darme cuenta de estas cosas... Pero ya...

Ana dijo...

Me ha parecido maravilloso, si no te importa lo comparto en mi blog y cito tu blog. Gracias por hacernos sentir mejor. Ana

Anónimo dijo...

Se llaman cuentos para no pensar de JORGE Bucay... he subido unos videos al facebook también.