miércoles, 25 de agosto de 2010

A mi exterminador de mariposas


No sé que somos, ni qué seremos, ni siquiera sé si alguna vez hemos sido algo que podamos definir alguno de los dos. Lo único que sé es que necesito decirte, de alguna manera, todo aquello que cuando te tengo enfrente soy incapaz de decirte más allá de la mirada.

No es bueno, tampoco malo, como para nosotros, no sé si existe algún adjetivo que defina mi estado. Me encuentro con sentimientos enfrentados continuamente, estoy cansada de esto, de los mensajes que no van a ninguna parte, de las ilusiones que deposito en cada encuentro y que se quedan allí, porque últimamente, cada vez que nos hemos visto…las he ido perdiendo por el camino y llego a casa más vacía de lo que fui, antes no pasaba nada, si algo salía mal el mínimo gesto por tu parte compensaba esa pérdida, pero ya no, ya no me valen los gestos de después, los de compensación, para volver a llenarme de ilusión, y mis mariposas en el estómago se han vuelto perezosas y están cansadas de emprender el vuelo para no llegar nunca a buen puerto.

No sé si soy, si eres tú o quizás el tiempo que ha ido desgastando, o abriéndonos los ojos de algo calificable por todos como imposible. Pero ha pasado mucho tiempo y los gestos de cariño o amor de hace cinco años ya no valen, necesito más y tú no estás dispuesto a dármelo, no quieres, te da miedo o cualquiera de las mil millones de excusas que pones cada vez que consigo que hablemos de nosotros, pero para ti es un tema tabú, nos hemos acomodado en los apelativos cariñosos, y la verdad es que ya ni siquiera me sale llamarte así. El otro día abrí la puerta del pasado y me pareció muy triste que los primeros mensajes estuvieran llenos de promesas, de esperanzas, de planes…que con oportunidades de sobra no se han llegado a cumplir.

No sé si te has dado cuenta, o si prefieres dejar que pase el tiempo y que en el próximo encuentro se arreglen las cosas. La verdad, tan sólo hace un año estaba ya nerviosa de pensar que en breves iba a verte, este año siento la más absoluta indiferencia ante tu visita, aunque como siempre, una mínima parte de mi espera que por fin hagas un gesto grandioso, de película romántica, de esos que a todas las mujeres nos hace derramar una lágrima cuando lo vemos y me digas las dos palabras que tanto tiempo llevo esperando oír de tu boca, porque lo que no sabes es que es lo único que puede hacer volar a mis mariposas y que si no pasa pronto, que si no te decides esta vez, cerraré la puerta para siempre, porque tanto ellas como yo estamos cansadas de montar en montañas rusas emocionales contigo, y necesito con toda mi alma una persona que les recuerde que pueden volar sin que tengan miedo de caer después.

2 comentarios:

Daniel Lozano dijo...

Dichosos los ojos que pueden volver a leerte.
¡Un saludo!

Estela dijo...

Muchas gracias Daniel! Tenía muy olvidado mi rinconcito, pero siempre está cuando lo necesito.
Gracias por seguir pasándote a visitarme!
Un beso