jueves, 26 de agosto de 2010

La niña de los ojos llorosos


Hay amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse y otras que tardan años en hacerlo. La verdadera amistad dura toda la vida. (O eso pensaba yo...)

Cuando comencé este blog, hace ya algún tiempo, tenía que empezar de nuevo porque chico 1 había decidido marcharse y pensaba que no había ausencia que pudiera dolerme más. Me equivocaba.

Hoy me encuentro aquí, empezando de nuevo, porque tengo que dejar atrás a la que consideraba mi mejor amiga. Y sí, aunque parezca increíble, las acciones de una amiga hacen más daño que las de cualquier chico, por importante que haya sido en nuestras vidas.

Hace 20 años una niña rubia llorosa entraba por la puerta del cole cogida de la mano de su mamá, tenía miedo porque nunca había estado con tantos niños extraños, pero poco a poco y a medida que pasaban los días la niña llorosa iba más contenta al cole, estaba conociendo a las que hoy son sus compañeras de viaje, sus compañeras de lágrimas, de risas, de locuras...Los años iban pasando y la amistad entre aquellas pequeñas niñas iba creciendo, pasaron juntas sus primeros exámenes, compartieron almuerzo en los recreos, hicieron playblacks en el patio del cole...Pasaban los cursos, pasaba la vida, juntas compartieron ese gran paso de niña a mujer, los primeros amores, los primeros viajes, las primeras fiestas, los primeros castigos por llegar tarde, pero nada importaba. Se tenían las unas a las otras.

A lo largo de este tiempo, en el grupo se fueron estrechando lazos entre amigas, y la que tiempo atrás fue la pequeña niña rubia de ojos llorosos fue acercándose mucho más a la pequeña niña morena y dicharachera de su clase. La que siempre estaba alegre, la que siempre tenía una sonrisa para compartir con aquellos que querían mirarla. Desde los 16 años se convirtieron en inseparables, cambiaron de cole, de amigos, eligieron carreras diferentes pero siempre estaban ahí, la una para la otra.

Después de tantos años, y sin más explicaciones, un buen día la niña morena llamó a la niña rubia diciendo que se marchaba con el príncipe de sus sueños (que la niña rubia le había presentado) y empezó a suceder lo que nadie nunca se hubiera imaginado...Hoy hace un mes que la niña rubia no sabe nada de la niña morena tras la única discusión que han tenido en 20 años. Sus ojos vuelven a estar tristes y llorosos porque a pesar de que sabe que ella no ha hecho nada malo, a pesar de no entender que pasó para llegar a esto, y de no saber si será capaz de que las cosas vuelvan a ser igual entre ellas, esta niñita echa de menos a su amiga morena y dicharachera.


miércoles, 25 de agosto de 2010

A mi exterminador de mariposas


No sé que somos, ni qué seremos, ni siquiera sé si alguna vez hemos sido algo que podamos definir alguno de los dos. Lo único que sé es que necesito decirte, de alguna manera, todo aquello que cuando te tengo enfrente soy incapaz de decirte más allá de la mirada.

No es bueno, tampoco malo, como para nosotros, no sé si existe algún adjetivo que defina mi estado. Me encuentro con sentimientos enfrentados continuamente, estoy cansada de esto, de los mensajes que no van a ninguna parte, de las ilusiones que deposito en cada encuentro y que se quedan allí, porque últimamente, cada vez que nos hemos visto…las he ido perdiendo por el camino y llego a casa más vacía de lo que fui, antes no pasaba nada, si algo salía mal el mínimo gesto por tu parte compensaba esa pérdida, pero ya no, ya no me valen los gestos de después, los de compensación, para volver a llenarme de ilusión, y mis mariposas en el estómago se han vuelto perezosas y están cansadas de emprender el vuelo para no llegar nunca a buen puerto.

No sé si soy, si eres tú o quizás el tiempo que ha ido desgastando, o abriéndonos los ojos de algo calificable por todos como imposible. Pero ha pasado mucho tiempo y los gestos de cariño o amor de hace cinco años ya no valen, necesito más y tú no estás dispuesto a dármelo, no quieres, te da miedo o cualquiera de las mil millones de excusas que pones cada vez que consigo que hablemos de nosotros, pero para ti es un tema tabú, nos hemos acomodado en los apelativos cariñosos, y la verdad es que ya ni siquiera me sale llamarte así. El otro día abrí la puerta del pasado y me pareció muy triste que los primeros mensajes estuvieran llenos de promesas, de esperanzas, de planes…que con oportunidades de sobra no se han llegado a cumplir.

No sé si te has dado cuenta, o si prefieres dejar que pase el tiempo y que en el próximo encuentro se arreglen las cosas. La verdad, tan sólo hace un año estaba ya nerviosa de pensar que en breves iba a verte, este año siento la más absoluta indiferencia ante tu visita, aunque como siempre, una mínima parte de mi espera que por fin hagas un gesto grandioso, de película romántica, de esos que a todas las mujeres nos hace derramar una lágrima cuando lo vemos y me digas las dos palabras que tanto tiempo llevo esperando oír de tu boca, porque lo que no sabes es que es lo único que puede hacer volar a mis mariposas y que si no pasa pronto, que si no te decides esta vez, cerraré la puerta para siempre, porque tanto ellas como yo estamos cansadas de montar en montañas rusas emocionales contigo, y necesito con toda mi alma una persona que les recuerde que pueden volar sin que tengan miedo de caer después.